Perspectiva Internacional

Trump y Xi: una conversación pendiente en medio de una tormenta geopolítica


Nueva escalada de tensiones

Las tensiones entre Estados Unidos y China vuelven a escalar. A pesar de una tregua comercial frágil alcanzada en mayo, Washington y Pekín intercambian reproches que auguran nuevos episodios de confrontación. En este contexto, la Casa Blanca insiste en que el presidente Donald Trump hablará con su homólogo Xi Jinping “muy pronto”, mientras que en Pekín la posibilidad de ese diálogo se percibe con escepticismo.

Desconfianza estructural de las partes

Desde su retorno al poder, Trump ha retomado el contacto directo con diversos líderes internacionales, pero hasta ahora no ha conversado con Xi. El silencio entre los dos máximos dirigentes de las mayores potencias económicas del planeta refleja algo más que una omisión protocolar: evidencia una desconfianza estructural en la relación bilateral, marcada por disputas comerciales, tecnológicas y estratégicas.

El juego del teléfono

La administración estadounidense afirma que el contacto es inminente. La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, reiteró que la llamada ocurrirá esta misma semana. Pero los antecedentes no son alentadores: ya ha habido anuncios similares en el pasado que nunca se concretaron. Desde China, el tono es más distante. El portavoz del Ministerio de Exteriores, Lin Jian, declaró no tener “información que ofrecer” sobre la llamada, y el ministro Wang Yi insistió en que Washington debe “crear las condiciones necesarias” para normalizar los lazos.

Pekin mide cuidadosamente sus movimientos

Pekín parece medir cuidadosamente sus movimientos ante un presidente estadounidense imprevisible, que ha convertido sus diálogos bilaterales en ejercicios de presión más que en espacios de negociación. Los choques recientes con otros líderes, como el ucraniano Volodímir Zelenski o el sudafricano Cyril Ramaphosa, han dejado huella.

Comercio, tecnología y seguridad: un triángulo de conflicto

Las causas del actual deterioro son múltiples. Por un lado, Washington acusa a China de incumplir su compromiso de flexibilizar el control sobre la exportación de tierras raras, cruciales para industrias tecnológicas globales. Por otro lado, Pekín denuncia las restricciones impuestas por EE. UU. a componentes para semiconductores y a estudiantes chinos, además de la presión sobre Huawei y otras empresas estratégicas.

La relacion China Taiwan esta presente

A esto se suman acusaciones graves en el plano militar. El secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, alertó en el foro de seguridad Shangri-La de un posible ataque “inminente” de China contra Taiwán. Una declaración que agrava aún más un contexto ya altamente inflamable.

Una tregua efímera

En mayo, representantes de ambos países se reunieron en Ginebra y acordaron suspender por 90 días las subas de aranceles que amenazaban con paralizar el comercio bilateral. Pero ese respiro podría ser breve. Un reciente mensaje de Trump en su red Truth Social acusó a China de incumplimiento y reactivó las amenazas. El equilibrio alcanzado —aranceles reducidos al 30% y 10% respectivamente— pende ahora de un hilo.

Dos estilos irreconciliables

A pesar de su fe en la diplomacia personal, Trump enfrenta un obstáculo cultural profundo. Mientras el republicano apuesta por diálogos al más alto nivel —“de hombre a hombre”—, el estilo diplomático chino privilegia las negociaciones técnicas entre expertos antes de elevar los acuerdos a los líderes. “Hay una desconexión fundamental”, resumió el ex jefe de Gabinete Mick Mulvaney. Ni el estilo Trump ni la estrategia china parecen compatibles para resolver una disputa tan compleja.

Un diálogo con mucho en juego

En un mundo interdependiente, la relación entre EE. UU. y China es vital no solo para sus economías, sino para la estabilidad global. Sin embargo, el tono actual no invita al optimismo. Aunque Trump y Xi lleguen a hablar en los próximos días, las probabilidades de un avance significativo son escasas. La rivalidad estructural entre ambas potencias parece destinada a continuar, con altibajos, más allá de una simple llamada telefónica.