Perspectiva Internacional

Bolivia y el litio, ¿El oro blanco que nunca fue?

Por Perspectiva Internacional

El desafio para transformar recursos naturales en desarrollo economico sustentable

En 2008, Bolivia prometía convertirse en una potencia energética gracias a su vasto yacimiento de litio en el Salar de Uyuni. Casi dos décadas después, esa promesa sigue sin cumplirse. A pesar de contar con las mayores reservas certificadas del mundo —21 millones de toneladas cúbicas, según datos oficiales—, el país apenas figura en los rankings internacionales de producción. El contraste entre el potencial y la realidad ilustra los desafíos estructurales que enfrenta Bolivia para transformar sus recursos naturales en desarrollo económico sostenible.

En 2017 se presento el litio como la era de soberania energetica

Durante el gobierno de Evo Morales, el litio fue presentado como el camino hacia una nueva era de soberanía energética y prosperidad. “Será como Arabia Saudí con el petróleo”, auguró el exmandatario en 2017. Para 2025, el plan era construir 14 plantas industriales capaces de producir 150.000 toneladas anuales del codiciado mineral, esencial en la fabricación de baterías para vehículos eléctricos. Sin embargo, en 2024 solo una planta estaba operativa, con una producción de apenas 2.000 toneladas, un 13% de su capacidad proyectada.

Las razones del estancamiento

Las razones del estancamiento son múltiples: una geografía complicada, cambios políticos abruptos, mala planificación técnica, y una cadena de escándalos de corrupción que han salpicado a la empresa estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB). De hecho, 11 exfuncionarios han sido acusados de malversación y otras irregularidades.

Se requiere innovacion y eficiencia

Pero más allá de las responsabilidades individuales, el caso del litio boliviano refleja un problema estructural: la fragilidad institucional y la incapacidad del Estado para gestionar eficazmente sus recursos estratégicos. El modelo rentista, que funcionó bien mientras el gas natural era rentable, ha mostrado sus límites en un contexto donde se requieren innovación, transparencia y eficiencia.

Del método tradicional a la apuesta tecnológica

Ante la baja productividad del método tradicional de evaporación solar —que puede tardar hasta 12 meses en aislar el litio—, el presidente Luis Arce promovió desde 2021 una nueva alternativa: la Extracción Directa de Litio (EDL). Este método promete ser más rápido y menos invasivo ambientalmente. Para implementarlo, Bolivia firmó acuerdos con dos actores internacionales: el consorcio chino CBC y la empresa rusa Uranium One.

Sin consulta con las comunidades locales afectadas

Sin embargo, lejos de resolver los problemas, los contratos han generado nuevas polémicas. Críticos denuncian falta de transparencia, condiciones crediticias onerosas —con tasas de interés estimadas de hasta 20%— y una distribución desigual de riesgos, en la que el Estado boliviano asume casi todas las responsabilidades. A esto se suma la falta de consulta previa a comunidades locales afectadas, en abierta contradicción con la Constitución.

Se cuestiona la sustentabilidad ambiental

Además, estudios recientes cuestionan la supuesta sostenibilidad ambiental de la EDL. Un informe de la CEPAL advierte que este método podría, en realidad, consumir más agua que las técnicas tradicionales, lo que amenaza con desestabilizar ecosistemas frágiles como el del salar de Uyuni.

¿Un recurso más desaprovechado?

Para muchos analistas, el litio está en riesgo de convertirse en el cuarto gran recurso desaprovechado por Bolivia, tras la goma, el estaño y el gas. El economista Ricardo Fernández advierte que el país repite un patrón donde los ingresos extraordinarios benefician a élites y empresas extranjeras, sin fortalecer la institucionalidad ni diversificar la economía.

La oportunidad es no solo extraccion sino industrializacion

La oportunidad del litio no reside solo en su extracción, sino en su industrialización. Si Bolivia lograra producir baterías, cátodos u otros componentes de alto valor, podría generar ingresos anuales de entre 800 y 1.000 millones de dólares. Pero esto requeriría inversiones sostenidas en tecnología, gobernanza sólida y un modelo productivo menos dependiente de precios internacionales.

El gobierno Boliviano frente a una encrucijada

En medio de un contexto económico delicado —con reservas internacionales en mínimos históricos—, el Gobierno boliviano enfrenta una encrucijada. Puede seguir apostando por contratos cuestionados y estrategias improvisadas, o bien sentar las bases para un verdadero desarrollo industrial. Por ahora, la “Arabia Saudí del litio” sigue siendo más una metáfora que una realidad.