¿Un año clave para la guerra?
A punto de cumplir cuatro años de un conflicto que ha redefinido la seguridad europea, Ucrania cierra 2024 enfrentando una mezcla de avances militares limitados y la creciente superioridad rusa en el campo de batalla. La inminente toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos introduce incertidumbre en el panorama, mientras Kiev, exhausta pero resiliente, reflexiona sobre las posibilidades de un fin negociado para la guerra.
Un frente desgastado
La guerra de desgaste que domina el conflicto ha dejado profundas marcas en Ucrania. Moscú, con su superioridad en armas y soldados, ha conseguido avances territoriales en Donetsk y Pokrovsk, pero sin alcanzar grandes victorias decisivas. Rusia controla ya más del 19% del territorio ucraniano, mientras que Ucrania lucha por mantener sus posiciones en un frente donde la relación de fuerzas a menudo es de 10 soldados rusos por cada ucranio.
Ucrania totalmente dependiente de Occcidente
Kiev, completamente dependiente de la ayuda militar de Occidente, enfrenta también una crisis de personal. Cerca de 100.000 casos de deserciones y abandonos de posiciones han sido registrados, mientras las bajas acumuladas y el cansancio de las tropas movilizadas erosionan su capacidad de combate. Estados Unidos presiona para reducir la edad de reclutamiento a 18 años, pero Ucrania insiste en que lo que necesita no son soldados más jóvenes, sino más armamento y formación.
La llegada de Trump: ¿esperanza o incertidumbre?
El cambio en la Casa Blanca marca un punto de inflexión para Ucrania. Durante 2024, el bloqueo republicano en el Senado estadounidense ya interrumpió temporalmente el flujo de ayuda militar, lo que permitió a Rusia tomar la iniciativa en algunos sectores del frente. Ahora, la visión pragmática y negociadora de Trump preocupa a Kiev, especialmente ante la posibilidad de que se proponga congelar el conflicto, cediendo territorios ocupados a Rusia a cambio de garantías de seguridad para Ucrania.
Desconfianza generaliza hacia Moscu
La desconfianza hacia Moscú es generalizada. Una médica militar ucrania, expresa el temor predominante: “Si congelamos el conflicto, Rusia volverá a atacar. No sabemos cuándo, pero sabemos que lo harán”. Esta percepción también se refleja en las exigencias del presidente Volodímir Zelenski, quien ha abandonado sus posiciones más maximalistas pero insiste en que cualquier acuerdo debe garantizar la seguridad de Ucrania a largo plazo.
Europa, un aliado indispensable pero insuficiente
Con la llegada de Trump, la Unión Europea también se posiciona como un actor clave para el apoyo a Ucrania. Sin embargo, aunque la UE ofrece respaldo financiero y está considerando opciones como una misión de paz europea, carece de las capacidades militares necesarias para suplir el papel de Estados Unidos. Zelenski lo dejó claro en su visita a Bruselas en diciembre: “Sin Estados Unidos, es muy difícil mantener el apoyo a Ucrania”.
El sueño de una paz sostenible
Mientras se intensifican los combates para llegar en una posición fuerte a la mesa de negociaciones, los ucranios enfrentan 2025 con una mezcla de esperanza y temor. Según una encuesta reciente del Instituto Internacional de Sociología de Kiev, el 45% de la población cree que la victoria de Trump podría acercar la paz, aunque muchos temen que un acuerdo sin garantías robustas solo prolongaría el ciclo de violencia.
El calendario electoral occidental
El año entrante también estará marcado por el calendario electoral en el mundo occidental, con elecciones en países clave como Canadá y Alemania. Ucrania buscará capitalizar el liderazgo de Polonia y Dinamarca en la presidencia de la UE, pero el escenario sigue siendo incierto. Como advierte Ivan Gomza, de la Kyiv School of Economics, “Rusia no busca solo un trozo de Donbás; quiere cambiar el orden mundial. Si puede, querrá morder también partes de la UE”.
El panorama es sombrio
A medida que Ucrania se adentra en 2025, el panorama es sombrío pero no desesperado. La resistencia de la sociedad ucrania, a pesar del cansancio y las pérdidas, sigue siendo un testimonio de su determinación. La clave estará en cómo manejen los actores internacionales sus estrategias y compromisos con un conflicto que ya ha transformado no solo a Ucrania, sino también al equilibrio global de poder. ¿Será 2025 el año que marque un punto de inflexión, o simplemente otro capítulo en una guerra prolongada? Solo el tiempo lo dirá.