
Por Perspectiva Internacional
¿Ocaso de la innovación estadounidense, oportunidad para Europa?
La Administración de Donald Trump ha lanzado una ofensiva sin precedentes contra el corazón del sistema científico estadounidense. La reciente prohibición a la Universidad de Harvard de aceptar nuevos estudiantes extranjeros —y la amenaza de expulsión de quienes ya están allí— ha desatado una ola de indignación en la comunidad científica global. Lo que para algunos es un nuevo episodio en la cruzada ideológica del trumpismo, para otros representa el principio del fin de la hegemonía estadounidense en investigación e innovación.
Ciencia en la mira, el éxodo forzado de investigadores extranjeros en EE. UU.
El caso de “Carla”, una científica española en Harvard, ilustra la crudeza de las nuevas políticas. Su proyecto médico, con potencial para combatir enfermedades graves, podría quedar truncado si se ve obligada a abandonar el laboratorio. Como ella, miles de investigadores —la mayoría extranjeros— están atrapados en una tormenta de recortes, persecución institucional y un clima general de desconfianza hacia la ciencia.
El veto a Harvard no es un hecho aislado
Y es que el veto a Harvard no es un hecho aislado. Va acompañado de un severo tijeretazo al financiamiento científico en el presupuesto 2026: hasta un 40% menos para los Institutos Nacionales de Salud, 56% para la Fundación Nacional para la Ciencia y 50% para el directorio científico de la NASA. Las áreas más afectadas no son casuales: cambio climático, vacunas, diversidad e inclusión, todas ellas incompatibles con la agenda del conservadurismo extremo que hoy domina sectores clave del poder en Washington.
La fuga de talentos es una realidad
Esta ofensiva, más ideológica que presupuestaria, pone en jaque no solo a las universidades, sino al modelo mismo de la ciencia estadounidense. Un modelo que, hasta ahora, ha descansado en su capacidad de atraer a los mejores cerebros del mundo. En el caso de los investigadores postdoctorales, el 60% proviene del extranjero. La fuga de talento no es ya una hipótesis, sino una realidad en curso.
Cerebros en fuga: el impacto de las políticas restrictivas en la investigación internacional
Aquí es donde Europa, y países como España, deben leer con lucidez la coyuntura. La red de científicos españoles en EE. UU. (Ecusa) ya ha recibido consultas de equipos enteros interesados en trasladarse a Europa. Universidades e instituciones europeas, desde Francia hasta Noruega, están reaccionando con rapidez, destinando millones de euros a programas de atracción de talento. Incluso China ha ofrecido puestos a los estudiantes afectados por el veto de Harvard.
Programas europeos para atraer investigadores
España, por su parte, ha puesto sobre la mesa casi 40 millones de euros en tres años para atraer a investigadores. Es un paso en la dirección correcta, aunque insuficiente si no va acompañado de reformas estructurales: reducción de la burocracia, estabilidad a largo plazo en los proyectos científicos y apoyo sostenido a las generaciones jóvenes de investigadores.
Ciencia en el exilio: cómo la política migratoria amenaza la investigación global
La paradoja es que, mientras Estados Unidos se dispara al pie, Europa tiene una oportunidad histórica de recuperar terreno perdido. Pero la carrera no se gana con buenas intenciones. Se gana con visión estratégica. Y sobre todo, con políticas públicas que reconozcan a la ciencia no como un gasto, sino como una inversión en el futuro.
La ciencia es el nuevo enemigo ideologico?
Trump parece dispuesto a convertir a la ciencia en su nuevo enemigo ideológico. Pero como suele ocurrir, el vacío que deja una potencia en retirada es rápidamente ocupado por otras. La pregunta no es si Europa puede beneficiarse de esta involución estadounidense. La pregunta es si estará preparada para hacerlo.