Perspectiva Internacional

Serbia en llamas

la rebelión estudiantil que desafía al gobierno de Vucic

Las calles de Serbia han sido testigo de las mayores protestas en los últimos 25 años. Lo que comenzó como una manifestación de indignación por un trágico accidente en una estación ferroviaria se ha transformado en un movimiento de resistencia contra la corrupción y el clientelismo del gobierno. Lideradas por estudiantes universitarios, las protestas han puesto en jaque al presidente Aleksandar Vucic y han provocado la dimisión del primer ministro Milos Vucevic. Sin embargo, la crisis política está lejos de resolverse.

El detonante de la revuelta

El 1 de noviembre de 2024, la estación ferroviaria de Novi Sad sufrió el colapso de parte de su techo, causando la muerte de 15 personas. La obra, renovada recientemente por un consorcio chino, fue señalada como un ejemplo de la corrupción estructural en el país. Para miles de ciudadanos, este desastre no fue un accidente, sino el resultado de años de mala gestión y contratos oscuros. La indignación llevó a manifestaciones masivas que, según los analistas, recuerdan a las que derrocaron a Slobodan Milosevic en el año 2000.

Los estudiantes toman la iniciativa

A diferencia de las protestas previas en Serbia, esta movilización no ha sido encabezada por partidos de oposición, sino por universitarios que han demostrado una organización impresionante. Cada día, a las 11:52 —hora exacta del colapso— miles de estudiantes guardan silencio en honor a las víctimas. Muchos han ocupado sus facultades en señal de resistencia y han sido respaldados por la sociedad civil.

Las demandas clave

Pero la represión no se ha hecho esperar. Estudiantes han sido atacados por supuestos seguidores del gobierno, algunos han sido arrestados y otros enfrentan cargos judiciales. A pesar de ello, el movimiento sigue firme y ha logrado articular cuatro demandas clave:

  1. Publicación de todos los documentos relacionados con la reconstrucción de la estación.
  2. Detención de los responsables de agresiones contra manifestantes y profesores.
  3. Retiro de los cargos contra los estudiantes detenidos.
  4. Aumento del 20% en el presupuesto destinado a la educación superior.
  5.  

El impacto político y el silencio de la UE

La renuncia del primer ministro Vucevic no ha sido suficiente para apaciguar el malestar. Analistas como Dinko Gruhonjic creen que se trata de una estrategia de Vucic para ganar tiempo. Mientras tanto, la oposición reclama la formación de un gobierno de transición que garantice elecciones libres, pero enfrenta la falta de unidad y de un liderazgo claro.

La estabilidad del gobierno

Otra diferencia clave con las protestas del pasado es la reacción internacional. En la década de los 90, la Unión Europea y Estados Unidos respaldaban activamente los movimientos en contra de Milosevic. Hoy, la UE ha mantenido un silencio que algunos consideran cómplice. Aleksandra Tomanic, directora del European Fund for The Balkans, advierte que si el gobierno accediera a las demandas de los estudiantes y revelara la documentación de la estación de Novi Sad, podría destaparse un sistema de corrupción generalizado que pondría en peligro la estabilidad del régimen.

¿Hacia dónde va Serbia?

Las protestas en Serbia se han convertido en un termómetro del hartazgo social. Aunque Vucic ha intentado contener la crisis ofreciendo un referéndum sobre su presidencia, los manifestantes lo han rechazado, exigiendo un cambio real y no maniobras políticas. La falta de una alternativa clara en la oposición podría jugar a favor del oficialismo, pero la movilización estudiantil ha dejado claro que el pueblo serbio no está dispuesto a aceptar más impunidad.

La chispa que podria cambiar el rumbo

El desenlace de este movimiento sigue siendo incierto, pero una cosa es segura: Serbia atraviesa un momento clave en su historia reciente. La resistencia de los jóvenes ha encendido una chispa que podría cambiar el rumbo del país.