
Por Perspectiva Internacional | 16 de mayo de 2025
Un intercambio de prisioneros como tímido paso hacia la paz
Por primera vez en más de tres años, Rusia y Ucrania volvieron a sentarse cara a cara para negociar. El encuentro, celebrado en Estambul bajo mediación turca y con la participación de potencias occidentales, concluyó con un resultado modesto pero simbólicamente relevante: el mayor intercambio de prisioneros desde el inicio de la guerra, con mil combatientes liberados por cada bando.
Disparidad en los niveles de representacion
El diálogo fue tenso, marcado por el escepticismo mutuo, desconfianzas arraigadas y una evidente disparidad en los niveles de representación. Mientras la delegación ucraniana fue encabezada por el propio presidente Volodímir Zelenski y sus ministros clave, Moscú optó por enviar a un equipo de perfil más bajo, liderado por el exministro de Cultura Vladímir Medinski. Un gesto que, para muchos observadores, evidencia la falta de compromiso genuino del Kremlin con una negociación de fondo.
Turquia busca consolidar su papel como mediador
Pese a esto, la reunión ha abierto una rendija para una posible distensión. Además del canje de prisioneros, ambas partes acordaron compartir por escrito sus condiciones para un eventual alto el fuego y mantener abiertas las conversaciones. Turquía, que mantiene una posición de equilibrio entre Moscú y Kiev, se apresuró a presentar la jornada como un «avance por la paz», buscando también consolidar su papel como mediador clave en la región.
¿Una tregua real o una estrategia de dilación?
El interrogante sigue siendo si Rusia está sinceramente interesada en una tregua, o si, como en ocasiones anteriores, usa las negociaciones como herramienta táctica para ganar tiempo en el frente. Apenas un día antes de la reunión, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, descartaba la posibilidad de un alto el fuego, argumentando que ello solo serviría para que Ucrania se reagrupe militarmente.
Para Kiev es un momento critico
Desde la óptica de Kiev, el momento es crítico. Las tropas rusas continúan avanzando en el este y el sur, y las condiciones exigidas por Moscú —incluida la retirada ucraniana de territorios todavía bajo su control en cuatro provincias clave— resultan inaceptables. Además, los ucranianos rechazan que las negociaciones se basen en los términos discutidos en Estambul en 2022, cuando el panorama militar y político era radicalmente distinto.
Putin evita a Zelenski y mira a Trump
Uno de los puntos más llamativos fue la negativa rusa a considerar un encuentro directo entre Putin y Zelenski. Mientras Kiev impulsa una cumbre presidencial como vía para alcanzar un acuerdo significativo, Moscú descarta esa posibilidad. En cambio, Putin ha dado señales de que sí consideraría reunirse con Donald Trump, lo que refuerza la visión de que el Kremlin apuesta a esperar un cambio de liderazgo en Washington antes de hacer concesiones reales.
Un paso pequeño en una guerra larga
A pesar del limitado alcance de este primer encuentro, el hecho mismo de que haya tenido lugar es significativo. Los canales de diálogo permanecen abiertos y, en el terreno humanitario, se han producido resultados tangibles. Pero una paz duradera está aún muy lejos. Como han demostrado las demandas rusas y el escepticismo generalizado, el conflicto sigue atado a ambiciones estratégicas, desconfianzas profundas y visiones irreconciliables sobre el futuro de Ucrania.
La diplomacia ha vuelto a la escena
Por ahora, el intercambio de prisioneros representa una pausa momentánea en la violencia, un gesto humanitario en medio del horror, pero no un verdadero cambio de rumbo. La diplomacia ha vuelto a la escena, pero su eficacia dependerá, como siempre, de la voluntad política de quienes empuñan las armas.