tras las elecciones de 2023
El 15 de octubre de 2023 marcó un punto de inflexión en la política polaca. Tras ocho años de dominio del partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS), las elecciones parlamentarias trajeron consigo un cambio de rumbo político con la llegada al poder del gobierno liberal liderado por Donald Tusk. Sin embargo, el camino no ha sido fácil; el presidente Andrzej Duda, aliado del PiS, ha sido un obstáculo constante para las iniciativas del nuevo gobierno. Este primer aniversario de la nueva administración se caracteriza por una tensa cohabitación, con enfrentamientos continuos que han puesto al país al borde de una crisis constitucional.
Una presidencia al servicio de la oposición
El presidente Duda, aunque oficialmente desvinculado del PiS, ha mostrado una clara afinidad hacia su antiguo partido, vetando leyes e interviniendo activamente en el proceso legislativo. Este comportamiento ha socavado la neutralidad que se espera de un jefe de Estado, transformando la figura presidencial en un bastión de resistencia ultraconservadora frente a las reformas liberales. Las críticas hacia su papel han crecido, ya que muchos analistas y académicos consideran que sus acciones reflejan más una agenda partidista que los intereses del Estado polaco.
Bloqueo sistemático y el uso de prerrogativas presidenciales
En este último año, Duda ha utilizado sus competencias para vetar leyes clave promovidas por el gobierno de Tusk, como la reforma del Tribunal Constitucional y el acceso a ciertos derechos para las minorías. También ha recurrido al veto de políticas sociales progresistas y ha bloqueado el nombramiento de embajadores, lo cual ha generado tensiones con el Ejecutivo. Para el gobierno liberal, estas acciones no son más que maniobras para obstaculizar la agenda de restauración democrática y reforma del Estado de derecho que Tusk prometió.
Un caos constitucional que se cierne sobre Polonia
Las consecuencias de esta tensa cohabitación han llevado al país a una situación de inestabilidad política. La negativa del gobierno y del Parlamento a reconocer algunas sentencias del Tribunal Constitucional, así como el rechazo de las salas del Tribunal Supremo a acatar ciertas decisiones, han creado un entorno de crisis constitucional de baja intensidad. Sin embargo, a pesar de este panorama caótico, el gobierno de Tusk mantiene la esperanza de consolidar sus reformas en el mediano plazo, particularmente de cara a las elecciones presidenciales de mayo de 2025.
Polarización y estrategias de campaña
Con miras a los próximos comicios, tanto los ultraconservadores como los liberales han intensificado sus discursos para movilizar a sus bases. Duda, quien no puede presentarse nuevamente para la presidencia pero se le atribuyen ambiciones políticas en PiS, parece estar utilizando su posición para alimentar la polarización en un contexto preelectoral. Por su parte, Tusk ha respondido con ironía, destacando la relevancia que tendrán estas elecciones para el futuro político de Polonia.
El futuro de la democracia polaca en juego
La situación actual en Polonia refleja las tensiones inherentes a una cohabitación política marcada por visiones opuestas del Estado. La pugna entre el presidente Duda y el gobierno de Tusk no solo representa un desafío para la implementación de políticas internas, sino también para la imagen internacional de Polonia como un país democrático y miembro de la Unión Europea. La evolución de este conflicto en los próximos meses será clave para determinar si el país puede superar esta fase de inestabilidad y retomar un camino de consenso político y fortalecimiento institucional.