Por Perspectiva Internacional

Washington / 22 de octubre de 2025
Tres semanas sin Gobierno: la parálisis política en Washington se agrava
El cierre parcial del Gobierno de Estados Unidos cumple tres semanas y ya se ha convertido en el segundo más largo de la historia moderna del país. Sin señales de solución a la vista, el enfrentamiento entre republicanos y demócratas refleja mucho más que una disputa presupuestaria: expone la creciente polarización política en la era de Donald Trump y un sistema institucional que parece cada vez más paralizado.
Un pulso político con consecuencias económicas
La clausura comenzó el 1 de octubre, cuando fracasaron las negociaciones en el Senado para aprobar un paquete presupuestario. Los republicanos, liderados por el presidente Trump y el jefe de la mayoría John Thune, han propuesto una financiación provisional hasta el 21 de noviembre. Los demócratas, encabezados por Chuck Schumer y Hakeem Jeffries, se niegan a aceptarla sin garantías de que se mantendrán ciertos subsidios de Obamacare y sin los recortes previstos a Medicaid, ambos programas clave para millones de estadounidenses.
Trump desafía al Congreso mientras 750.000 funcionarios siguen sin salario
Mientras tanto, el país vive los efectos concretos del cierre: unos 750.000 empleados públicos están sin salario, los parques nacionales y museos permanecen cerrados y servicios esenciales como la inspección alimentaria y la publicación de datos económicos están paralizados. Según cálculos de Oxford Economics, el impacto podría reducir el crecimiento entre un 0,1% y un 0,2% del PIB por semana, lo que equivale a entre 7.600 y 15.200 millones de dólares semanales.
La opinión pública, con los demócratas
En contraste con cierres anteriores, las encuestas muestran que esta vez la ciudadanía parece culpar más a los republicanos. Un sondeo reciente indica que el 50% de los estadounidenses responsabiliza al partido de Trump, frente a un 43% que culpa a los demócratas. Además, el 72% de los encuestados apoya extender los subsidios sanitarios, una posición que incluso comparte una mayoría de votantes republicanos.
Este respaldo da aire a los demócratas, que después de un año de perfil bajo tras la derrota electoral de 2024, parecen dispuestos a desafiar con mayor firmeza la agenda trumpista.
Trump endurece el tono y desafía las normas
Lejos de buscar un acuerdo, Trump ha utilizado el cierre para avanzar en su proyecto de “reforma del Estado”. Durante estas semanas ha intentado despedir miles de funcionarios, recortar fondos a programas federales y reactivar su vieja promesa de eliminar el Departamento de Educación, medidas que han sido frenadas parcialmente por los tribunales.
Trump, el Congreso y una democracia en jaque: Washington sin rumbo
El presidente también ha recurrido a la retórica provocadora que lo caracteriza. Durante un encuentro con legisladores republicanos, agradeció su “lealtad total” y, poco después, afirmó que solo se reunirá con Schumer y Jeffries “si permiten la reapertura del país”. Días antes, había difundido imágenes generadas por inteligencia artificial para ridiculizar a ambos líderes, lo que reavivó críticas por su uso de herramientas digitales para atacar a opositores.
Un bloqueo con impacto global
La parálisis presupuestaria en la primera economía del mundo genera preocupación más allá de sus fronteras. Las agencias internacionales advierten sobre los efectos indirectos del cierre en los mercados financieros y en la confianza global. En un contexto de tensiones comerciales con China y nuevas fricciones con aliados europeos, el prolongado cierre del Gobierno en Washington agrega un elemento de incertidumbre política y económica internacional.
Al borde del récord de cierre más largo de su historia moderna
A medida que se acerca el récord histórico de 34 días que impuso el propio Trump en 2019, el actual cierre se consolida como un símbolo de la era: un país dividido, una democracia bajo presión y un liderazgo que apuesta por el conflicto antes que por el consenso.



