un nuevo capítulo de represalias y amenazas nucleares
La guerra en Ucrania ha entrado en una nueva etapa de escalada con el reciente bombardeo masivo de Rusia contra el sistema energético del país. Este jueves, el Kremlin lanzó un ataque a gran escala con 90 misiles y 97 drones bomba, dirigido a infraestructuras civiles en 12 provincias ucranias, dejando a millones de personas sin electricidad, calefacción y agua en pleno invierno. Según el presidente ruso, Vladímir Putin, esta ofensiva es una respuesta al uso de misiles occidentales por parte del ejército ucranio contra territorio ruso.
Un invierno bajo el asedio energético
Desde 2022, Rusia ha implementado una estrategia de bombardeos a la red eléctrica de Ucrania como herramienta de presión en el conflicto. Este último ataque, el undécimo en lo que va de 2024, ha dejado a más de un millón de consumidores sin acceso a energía en regiones como Lviv, Volinia y Rivne. Las autoridades ucranias informaron que la mitad de los misiles y drones lanzados fueron interceptados, pero los daños en la infraestructura son considerables, con edificios civiles afectados en ciudades como Kiev y Odesa.
Crisis energetica herramienta clave
La crisis energética es ahora una herramienta clave de Rusia para desestabilizar al gobierno de Volodímir Zelenski, quien denuncia estos bombardeos como “terrorismo de Estado” y pide con urgencia más sistemas de defensa antiaérea de sus aliados occidentales.
El misil Oréshnik: la carta de Putin para amenazar a Occidente
Una de las novedades más alarmantes de esta fase del conflicto es el uso por parte de Rusia del misil balístico hipersónico Oréshnik, diseñado para una guerra nuclear. Putin ya había empleado este armamento contra instalaciones militares en Dnipró la semana pasada y ahora advierte que podría dirigirse a centros de decisión en Kiev si Ucrania persiste en utilizar armamento occidental en suelo ruso.
El mensaje de Putin, lanzado durante una reunión de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), busca sembrar el temor en los aliados de Ucrania en la OTAN. Según el mandatario, este misil tiene un poder destructivo comparable al de un ataque nuclear si se usa en grupos, una afirmación que subraya el riesgo de una escalada catastrófica en el conflicto.
El dilema de Occidente: más armas, más riesgos
El apoyo militar de Estados Unidos, el Reino Unido y Francia ha sido crucial para Ucrania, que en agosto inició operaciones dentro de la provincia rusa de Kursk con misiles de largo alcance como el ATACMS y el Storm Shadow. Sin embargo, este respaldo no ha estado exento de riesgos. Cada nuevo envío de armamento eleva las tensiones con Rusia, que lo utiliza como justificación para sus represalias masivas.
Crecientes desafios
Mientras tanto, las declaraciones de Putin sobre su capacidad armamentística, incluyendo la producción de misiles “diez veces mayor que la de la OTAN”, reflejan un intento de proyectar fortaleza en un contexto de crecientes desafíos en el campo de batalla.
Un conflicto sin fin a la vista por el momento
A casi dos años del inicio de la invasión rusa, la guerra en Ucrania no muestra signos de resolución. Por el contrario, se profundizan los ataques contra civiles, las amenazas nucleares y el deterioro de las condiciones humanitarias.
El desafío para la comunidad internacional radica en encontrar un equilibrio entre el apoyo a Ucrania y la prevención de una escalada que podría tener consecuencias globales. En este tenso tablero geopolítico, las decisiones que se tomen en los próximos meses serán cruciales para el futuro de la región y la estabilidad mundial. El mundo esta pendiente de la actitud del Presidente Donald Trump, a partir de su asuncion.