
Al borde de una guerra comercial
El domingo 26 de enero se convirtió en un día de intensa actividad diplomática para Colombia. La decisión del presidente Gustavo Petro de impedir el aterrizaje de dos aviones con migrantes deportados desde Estados Unidos desató una crisis que amenazaba con desatar una guerra comercial entre ambos países. la inesperada unidad política en Colombia para evitar una crisis económica
Al borde de una guerra comercial
El domingo 26 de enero se convirtió en un día de intensa actividad diplomática para Colombia. La decisión del presidente Gustavo Petro de impedir el aterrizaje de dos aviones con migrantes deportados desde Estados Unidos desató una crisis que amenazaba con desatar una guerra comercial entre ambos países.
Se unieron sectores enfrentados en defensa de los intereses nacionales
Sin embargo, lo que siguió fue un hecho inusual en la política colombiana: la unidad de sectores históricamente enfrentados en defensa de los intereses nacionales. Expresidentes, ministros, empresarios y diplomáticos cerraron filas para evitar que la administración de Donald Trump impusiera sanciones económicas devastadoras.
Un frente común ante la amenaza de sanciones
Desde el momento en que Washington anunció represalias económicas, las llamadas entre Bogotá y la capital estadounidense no cesaron. El canciller Luis Gilberto Murillo, a pesar de sus diferencias con Petro en asuntos como Venezuela, encabezó las gestiones diplomáticas con la Casa Blanca. Pero su labor no fue solitaria: el expresidente Álvaro Uribe, líder de la derecha, y el exmandatario Juan Manuel Santos, su histórico rival, hicieron contactos clave para evitar que las sanciones se materializaran.
Participaron figuras de peso en la politica exterior
Más allá de los expresidentes, la crisis motivó la intervención de figuras de peso en la política exterior colombiana, como la excanciller María Ángela Holguín y la exvicepresidenta Marta Lucía Ramírez. Empresarios y financieros también jugaron un papel determinante, activando sus redes en Washington para frenar una escalada que hubiera golpeado duramente la economía colombiana.
Diplomacia de emergencia y el peso del uribismo en EE.UU.
La influencia del uribismo en los círculos republicanos de Washington fue determinante. Uribe, quien mantiene lazos con figuras cercanas a Trump como Marco Rubio y Mauricio Claver-Carone, facilitó los acercamientos. Mientras Petro continuaba sus críticas a Trump en redes sociales, Murillo y su equipo trabajaban en una solución rápida. Laura Sarabia, canciller designada, intentó que Uribe interviniera directamente con Rubio, aunque fuentes oficiales aseguran que la mediación no se concretó de esa manera.
La posicion de Claver Carone
El embajador colombiano en Washington, Daniel García-Peña, mantuvo conversaciones directas con Claver-Carone, un hombre clave en la política estadounidense hacia América Latina. Fue este último quien dejó claro que las condiciones de EE.UU. eran innegociables, lo que llevó a intensificar las gestiones diplomáticas desde Bogotá.
Una lección para la política exterior colombiana
La crisis también movilizó al sector empresarial. Bruce Mac Master, presidente de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), alertó sobre el peligro de una guerra comercial con Estados Unidos. En un llamado a la Casa de Nariño, instó al Gobierno a desescalar la confrontación y priorizar la diplomacia sobre la retórica polarizante. La Cámara Colombo-Americana (AmCham) coincidió en la urgencia de preservar la estabilidad económica del país y abogó por una hoja de ruta clara en la relación bilateral.
La crisis se resolvio a tiempo, antes que abrieran los mercados
A pesar del riesgo inminente, la crisis se resolvió antes de que los mercados abrieran el lunes. El mensaje de calma emitido por Sarabia fue la señal de que la tormenta había pasado. Sin embargo, el episodio deja lecciones importantes para Colombia: la relación con Estados Unidos es crucial y no puede quedar a merced de tensiones ideológicas o decisiones improvisadas.
El consenso alcanzado es una senal
El inusual consenso alcanzado en esta crisis debería ser una señal para el Gobierno de Petro sobre la necesidad de una política exterior pragmática y concertada. Como advirtió María Claudia Lacouture, exministra de Comercio, “las tensiones van a seguir y el riesgo de una crisis sigue latente”. La clave estará en evitar que futuras diferencias políticas pongan en peligro la estabilidad del país y su relación con su principal socio comercial.
Se unieron sectores enfrentados en defensa de los intereses nacionales
Sin embargo, lo que siguió fue un hecho inusual en la política colombiana: la unidad de sectores históricamente enfrentados en defensa de los intereses nacionales. Expresidentes, ministros, empresarios y diplomáticos cerraron filas para evitar que la administración de Donald Trump impusiera sanciones económicas devastadoras.
Un frente común ante la amenaza de sanciones
Desde el momento en que Washington anunció represalias económicas, las llamadas entre Bogotá y la capital estadounidense no cesaron. El canciller Luis Gilberto Murillo, a pesar de sus diferencias con Petro en asuntos como Venezuela, encabezó las gestiones diplomáticas con la Casa Blanca. Pero su labor no fue solitaria: el expresidente Álvaro Uribe, líder de la derecha, y el exmandatario Juan Manuel Santos, su histórico rival, hicieron contactos clave para evitar que las sanciones se materializaran.
Participaron figuras de peso en la politica exterior
Más allá de los expresidentes, la crisis motivó la intervención de figuras de peso en la política exterior colombiana, como la excanciller María Ángela Holguín y la exvicepresidenta Marta Lucía Ramírez. Empresarios y financieros también jugaron un papel determinante, activando sus redes en Washington para frenar una escalada que hubiera golpeado duramente la economía colombiana.
Diplomacia de emergencia y el peso del uribismo en EE.UU.
La influencia del uribismo en los círculos republicanos de Washington fue determinante. Uribe, quien mantiene lazos con figuras cercanas a Trump como Marco Rubio y Mauricio Claver-Carone, facilitó los acercamientos. Mientras Petro continuaba sus críticas a Trump en redes sociales, Murillo y su equipo trabajaban en una solución rápida. Laura Sarabia, canciller designada, intentó que Uribe interviniera directamente con Rubio, aunque fuentes oficiales aseguran que la mediación no se concretó de esa manera.
La posicion de Claver Carone
El embajador colombiano en Washington, Daniel García-Peña, mantuvo conversaciones directas con Claver-Carone, un hombre clave en la política estadounidense hacia América Latina. Fue este último quien dejó claro que las condiciones de EE.UU. eran innegociables, lo que llevó a intensificar las gestiones diplomáticas desde Bogotá.
Una lección para la política exterior colombiana
La crisis también movilizó al sector empresarial. Bruce Mac Master, presidente de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), alertó sobre el peligro de una guerra comercial con Estados Unidos. En un llamado a la Casa de Nariño, instó al Gobierno a desescalar la confrontación y priorizar la diplomacia sobre la retórica polarizante. La Cámara Colombo-Americana (AmCham) coincidió en la urgencia de preservar la estabilidad económica del país y abogó por una hoja de ruta clara en la relación bilateral.
La crisis se resolvio a tiempo, antes que abrieran los mercados
A pesar del riesgo inminente, la crisis se resolvió antes de que los mercados abrieran el lunes. El mensaje de calma emitido por Sarabia fue la señal de que la tormenta había pasado. Sin embargo, el episodio deja lecciones importantes para Colombia: la relación con Estados Unidos es crucial y no puede quedar a merced de tensiones ideológicas o decisiones improvisadas.
El consenso alcanzado es una senal
El inusual consenso alcanzado en esta crisis debería ser una señal para el Gobierno de Petro sobre la necesidad de una política exterior pragmática y concertada. Como advirtió María Claudia Lacouture, exministra de Comercio, “las tensiones van a seguir y el riesgo de una crisis sigue latente”. La clave estará en evitar que futuras diferencias políticas pongan en peligro la estabilidad del país y su relación con su principal socio comercial.