
Por Perspectiva Internacional – 18 de octubre de 2025
El túnel entre EE. UU. y Rusia: la nueva apuesta que puede cambiar el mapa del poder global
La propuesta de construir un túnel que una Alaska con la península rusa de Chukotka, resucitada ahora por el Kremlin y celebrada con tibio interés por Donald Trump, ha reavivado un viejo sueño de ingeniería y un nuevo debate geopolítico. La llamada idea del “Putin-Trump Tunnel” no sólo busca conectar físicamente a dos potencias separadas por el estrecho de Bering: también pretende proyectar una imagen de cooperación en un escenario internacional marcado por la desconfianza y las sanciones.
El túnel Trump–Putin: un proyecto de infraestructura que revela más sobre la política global que sobre la ingeniería
El enviado especial del presidente ruso, Kirill Dmitriev, presentó la iniciativa como un símbolo de “unidad y futuro compartido” entre ambos países. Según su propuesta, el túnel tendría unos 112 kilómetros, costaría menos de 8.000 millones de dólares —gracias a la tecnología de perforación de Elon Musk— y podría completarse en menos de ocho años. Una estimación que muchos ingenieros y analistas califican de más política que realista.
Entre la diplomacia y la provocación
Desde el Kremlin, el proyecto se presenta como una apuesta por la cooperación económica y científica en el Ártico. Pero en las capitales occidentales, la lectura ha sido otra. Funcionarios europeos ven la iniciativa como una maniobra de normalización de la imagen rusa tras años de aislamiento diplomático por la guerra en Ucrania. “Putin busca transformar la geografía en diplomacia”, señaló un diplomático alemán, recordando que Moscú necesita aliados y nuevos flujos comerciales más que nunca.
El sueño euroasiático de Putin encuentra eco en Washington: ¿cooperación o cálculo político?
En Washington, Trump calificó la idea como “interesante” sin comprometerse oficialmente. Sin embargo, la propuesta llega en un contexto de acercamiento personal entre el republicano y el presidente ruso, tras el anuncio de una reunión bilateral en Budapest. Varios analistas creen que el túnel, más que un proyecto de infraestructura, funciona como un gesto simbólico del posible deshielo entre Washington y Moscú, impulsado desde los márgenes de la institucionalidad estadounidense.
Ucrania y Europa: alarma diplomática
El país más incómodo con la propuesta es, sin sorpresa, Ucrania. El presidente Volodímir Zelensky advirtió que cualquier acercamiento de Estados Unidos a Rusia “debilita el frente democrático” contra la agresión en su territorio. En Kiev temen que este tipo de gestos —aunque sean retóricos— abran la puerta a una “normalización de Putin” sin que se haya resuelto la guerra.
Desde Bruselas, varios funcionarios de la Unión Europea expresaron reservas similares, subrayando que cualquier cooperación de gran escala con Moscú debería esperar hasta el levantamiento de sanciones y la retirada rusa de Ucrania.
Asia observa en silencio, China sonríe
Mientras tanto, en Asia, el tono es más pragmático. China ha mantenido silencio oficial, pero en medios cercanos a Pekín se celebró la iniciativa como “una victoria para la conectividad euroasiática”. Para Beijing, un corredor terrestre que vincule Eurasia con América sería una extensión natural de su ambiciosa Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI).
Japón y Corea del Sur, en cambio, la observan con cautela: ambos son aliados de Washington y tienen disputas territoriales o energéticas con Rusia. Un túnel que aproxime logísticamente a Moscú y Washington podría reconfigurar el equilibrio estratégico del Pacífico Norte, una región donde la presencia militar estadounidense sigue siendo clave.
América Latina y el Ártico: oportunidades y riesgos
En América Latina, la noticia ha pasado casi inadvertida, aunque algunos gobiernos —como los de Brasil y México— ven con interés cualquier apertura que reactive la economía global y diversifique las rutas comerciales. Expertos en energía apuntan que la conexión física entre los dos extremos del Pacífico Norte podría abrir rutas de transporte alternativo para gas y minerales, reduciendo la dependencia del Canal de Panamá o las rutas del Indo-Pacífico.
Alerta sobre el riesgo ecologico
Sin embargo, ambientalistas y organizaciones árticas alertan sobre el riesgo ecológico. La zona del estrecho de Bering es una de las más frágiles del planeta, y cualquier obra a gran escala implicaría un impacto severo sobre ecosistemas marinos, comunidades inuit y la estabilidad del permafrost.
Un túnel hacia la incertidumbre
La historia de este túnel —propuesto desde inicios del siglo XX por ingenieros rusos y estadounidenses— se ha reactivado muchas veces, siempre como una promesa de integración global. Pero ahora, en un momento en que el orden internacional se redefine entre la rivalidad y el pragmatismo, su reaparición tiene un significado más político que técnico.
Asia observa, Europa se inquieta: el túnel entre Rusia y EE. UU. que podría cambiar la dinámica del poder mundial
Más allá de su viabilidad, la propuesta del “Putin-Trump Tunnel” revela un cambio de narrativa: de la confrontación a la cooperación selectiva. Un símbolo de cómo los grandes proyectos de infraestructura pueden funcionar como instrumentos de poder blando y también como pruebas de lealtad en un tablero global cada vez más incierto.



