Por Perspectiva Internacional – 23 de junio de 2025

La represalia estratégica que puede sacudir al mundo
El Parlamento de Irán ha recomendado formalmente al líder supremo, Alí Jamenei, el cierre del Estrecho de Ormuz como respuesta directa al reciente ataque estadounidense contra instalaciones iraníes. Esta advertencia, aunque aún no ejecutada, marca un punto crítico en la ya tensa relación entre Teherán y Washington, y reaviva un conflicto de larga data que ha tenido como protagonistas el petróleo, las sanciones y la amenaza nuclear.
El Estrecho de Ormuz: cuello de botella global
El Estrecho de Ormuz es uno de los puntos geoestratégicos más sensibles del planeta: por sus apenas 3,2 kilómetros de ancho transita cerca del 30% del petróleo marítimo mundial. Su posible bloqueo no solo representa una amenaza directa al flujo energético global, sino que también funcionaría como carta de presión diplomática en un contexto en el que Irán percibe que la política estadounidense está orientada a un cambio de régimen más que a la negociación.
Una historia de sanciones, sabotajes y amenazas
Desde la Revolución Islámica de 1979, Estados Unidos e Irán han mantenido una relación conflictiva marcada por sanciones económicas, enfrentamientos militares indirectos y disputas nucleares. Washington ha endurecido progresivamente sus restricciones, acusando a Teherán de desestabilizar la región, apoyar a grupos armados y avanzar hacia un programa nuclear con fines militares.
El cierre de Ormuz una parte de la estrategia de disuasion
Aunque el acuerdo nuclear de 2015 (PAIC) supuso un breve alivio y crecimiento económico para Irán, la retirada de EE.UU. bajo la presidencia de Donald Trump en 2018 reactivó sanciones más duras, provocando una nueva espiral de tensiones que se prolonga hasta hoy. Las represalias iraníes, como el apoyo a milicias en Irak, Yemen y Líbano o la amenaza de cerrar el Estrecho, han sido parte de una estrategia de disuasión frente a lo que considera una agresión permanente.
De la disuasión a la acción
El posible cierre del Estrecho no es una amenaza nueva, pero su reiteración en este contexto adquiere un peso particular. Ante el ataque estadounidense y la creciente presión internacional, Irán vuelve a poner sobre la mesa una jugada extrema con consecuencias globales: el alza del petróleo, interrupciones del comercio mundial y un posible enfrentamiento militar directo en una de las regiones más volátiles del planeta.
Creciente militarizacion
Además, la creciente militarización iraní —incluyendo el desarrollo de misiles y submarinos, con apoyo tecnológico de China y Corea del Norte— muestra que Teherán se prepara no solo para resistir, sino para escalar si es necesario. Su alianza con potencias como Rusia, China e India refuerza esta posición en un tablero internacional cada vez más dividido.
Un conflicto con impacto mundial
La escalada entre Irán y EE.UU. no es solo un asunto bilateral. Afecta directamente a la seguridad energética global, a los mercados financieros y al equilibrio de poder en Oriente Medio. Las tensiones involucran a actores clave como Israel, Arabia Saudita, la Unión Europea y organismos como la ONU o el OIEA.
Consecuencias imprevisibles para el comercio mundial
Si Irán efectivamente decide cerrar el Estrecho de Ormuz, el conflicto podría pasar de la amenaza al enfrentamiento directo, con consecuencias imprevisibles para el comercio mundial, la estabilidad regional y el futuro del orden internacional.
¿Estamos ante el umbral de una nueva guerra en el Golfo? ¿O será este un nuevo capítulo en la larga historia de tensiones controladas?