
Por Perspectiva Internacional – 26 de julio de 2025
Berlín busca una nueva sintonía energética con París, mientras la coalición de gobierno se resiente
Alemania, un país que históricamente ha simbolizado el rechazo a la energía nuclear tras el desastre de Fukushima, ha reabierto el debate sobre el lugar de esta fuente energética en Europa. Sin embargo, no lo ha hecho planteando la reapertura de sus centrales, sino en clave europea y con un gesto político hacia Francia.
La participación de la ministra alemana de Economía en una reunión de países pro-nucleares liderada por París
El punto de inflexión fue la participación de la ministra alemana de Economía, la democristiana Katherina Reiche, en una reunión de países pro-nucleares liderada por París. Aunque asistió oficialmente como “observadora”, su presencia fue interpretada como un giro simbólico que responde al nuevo tono impulsado por el canciller Friedrich Merz.
Alemania pretende dejar de discriminar a la energía nuclear frente a otras fuentes bajas en carbono
Desde que asumió el poder, el líder de la CDU/CSU ha intentado reposicionar a Alemania en el tablero energético europeo. En su programa electoral ya había defendido mantener abierta la opción nuclear, aunque el acuerdo de coalición con los socialdemócratas evitó compromisos concretos. En mayo pasado, Merz y el presidente francés Emmanuel Macron anunciaron un “realineamiento” energético bilateral bajo el principio de “neutralidad tecnológica”, lo que implica dejar de discriminar a la energía nuclear frente a otras fuentes bajas en carbono en el marco europeo.
Fricciones internas y memorias históricas
Pero esta aproximación a Francia no ha sido bien recibida por los socios del SPD ni por sectores amplios de la sociedad alemana. La energía nuclear sigue siendo un tema sensible en Alemania, donde su rechazo está profundamente arraigado desde la Guerra Fría y vinculado al surgimiento del movimiento ecologista y el partido Los Verdes.
En el primer trimestre de 2025, la mayoría de la electricidad alemana provino de fuentes fósiles
El gobierno alemán cerró sus últimas centrales nucleares en 2023, en plena crisis energética tras la invasión rusa de Ucrania y la pérdida del gas ruso. Desde entonces, la dependencia del carbón ha aumentado. En el primer trimestre de 2025, la mayoría de la electricidad alemana provino de fuentes fósiles.
La reapertura de plantas nucleares parece descartada
Aun así, la posibilidad de reabrir plantas nucleares parece descartada por motivos técnicos, económicos y sociales. Expertos como Jan-Philipp Albrecht, presidente de la Fundación Heinrich Böll, consideran que no existen operadores dispuestos a asumir los costos ni el riesgo de reactivar instalaciones desmanteladas. “Se trata más de un posicionamiento simbólico para distanciarse de Los Verdes que de una política energética real”, afirmó.
Tampoco estan entusiasmados los veteranos del sector
El debate tampoco entusiasma a los veteranos del sector. Alejandro Zurita, exfuncionario de Euratom, recuerda que las grandes eléctricas alemanas comenzaron a retirarse de lo nuclear hace más de dos décadas, debido a la inseguridad jurídica. “La infraestructura y el conocimiento técnico ya no existen”, advierte.
Ambigüedad estratégica
En términos prácticos, el giro de Merz parece limitado. Sin centrales en funcionamiento, Alemania busca redefinir su papel en Europa sin modificar su política energética interna. La estrategia apunta más a influir en el marco normativo de la Unión Europea y reconocer la energía nuclear como una opción válida frente al cambio climático, en sintonía con la postura francesa.
Algunos creen que las discusiones poco aportan a las decisiones energéticas
Aun así, voces como la del historiador Frank Uekötter advierten que se trata de “discusiones virtuales” que poco aportan a las verdaderas decisiones energéticas del país, centradas hoy en la expansión de las renovables y la gestión de las plantas de gas.
Muchas incógnitas sobre el rumbo que tomará Alemania en la transición energética
Por ahora, el nuevo tono del gobierno alemán muestra una apertura política hacia Europa, pero deja abiertas muchas incógnitas sobre el rumbo que tomará el país en la transición energética. Lo único claro es que la energía nuclear vuelve a estar sobre la mesa en Berlín, aunque sin reactores ni calendario de retorno.



