
Por Perspectiva Internacional – 2 de mayo de 2025
AfD es oficialmente calificada como partido extremista
La política alemana acaba de cruzar un umbral significativo. La Oficina Federal de Protección de la Constitución, el organismo de inteligencia interior, ha declarado oficialmente al partido Alternativa para Alemania (AfD) como una organización extremista de derechas. Esta decisión, basada en un informe exhaustivo de más de mil páginas y tres años de investigación, no solo autoriza a las autoridades a vigilar estrechamente al partido, sino que podría tener profundas repercusiones para el sistema democrático alemán y para el tablero político europeo.
Activaron un mecanismo constitucional de autodefensa
La AfD no es una fuerza marginal: con 10,3 millones de votos y el 20,8% del electorado, lidera la oposición en el Bundestag y está en el centro del debate político desde hace años. Su ascenso, especialmente en los estados del este, ha sido vertiginoso. Pero con esta nueva clasificación oficial, la democracia alemana activa uno de sus mecanismos de autodefensa más sensibles, consagrados en su Constitución tras la Segunda Guerra Mundial: el rechazo categórico a cualquier organización que atente contra el orden democrático y liberal.
Fue calificada como una medida necesaria para proteger la democracia
Los servicios de inteligencia argumentan que la AfD promueve una concepción étnico-racial de la nación que despoja de dignidad y derechos a amplios sectores de la población, en particular a los inmigrantes y a los musulmanes. Esto, afirman, no es compatible con los principios fundamentales del Estado alemán. La ministra del Interior en funciones, Nancy Faeser, respaldó el dictamen como una medida necesaria para proteger la democracia frente a su erosión interna.
AFD anuncio que recurrira a la justicia
La noticia llega en un momento político especialmente sensible. En pocos días asumirá el poder el nuevo canciller democristiano Friedrich Merz. Su gobierno enfrentará un dilema complejo: cómo lidiar con una oposición poderosa, ahora estigmatizada institucionalmente, sin caer en dinámicas que alimenten la narrativa de persecución que AfD ya está explotando. Los líderes del partido, Alice Weidel y Tino Chrupalla, denunciaron lo que consideran un intento de silenciar al principal partido opositor y anunciaron que recurrirán la medida ante la justicia.
El episodio resuena en toda Europa
Más allá del escenario alemán, este episodio resuena en toda Europa. La ultraderecha avanza electoralmente en varios países, pero también enfrenta crecientes intentos de contención institucional. Marine Le Pen, por ejemplo, ha tomado distancia de la AfD, considerándola demasiado radical incluso para los estándares del Reagrupamiento Nacional francés. Mientras tanto, los partidos tradicionales europeos observan con atención si la estrategia alemana de aislar, vigilar e incluso prohibir a fuerzas extremistas es efectiva o contraproducente.
Eliminar un partido en Alemania no es tarea sencilla
El futuro inmediato de AfD está en entredicho. Su acceso a financiación pública podría restringirse, su participación en la vida parlamentaria —como ocupar presidencias de comisiones— podría verse limitada, y una posible prohibición vuelve a estar sobre la mesa. Pero, como ha recordado el canciller saliente Olaf Scholz, eliminar un partido del mapa político en Alemania no es tarea sencilla: requiere probar que actúa de forma “combativa y agresiva” para imponer su visión anticonstitucional.
Campo de ensayo en la busqueda de equilibrio
Mientras tanto, la pregunta central permanece: ¿puede una democracia combatir eficazmente a quienes la desafían desde dentro sin debilitar sus propios principios? La experiencia alemana, una vez más, se convierte en campo de ensayo de este difícil equilibrio.