Perspectiva Internacional

Putin y el dilema de la guerra: ¿por qué el Kremlin no puede permitirse la paz?

Desde el inicio de la invasión a Ucrania en 2022, la guerra se ha convertido en un factor central para la economía y la estabilidad política de Rusia. A pesar del desgaste militar y económico, el Kremlin sigue sin mostrar intenciones de poner fin al conflicto. Según un análisis publicado en Foreign Policy, la continuación de la guerra no solo responde a intereses estratégicos, sino que se ha convertido en una necesidad para el sistema de poder de Vladimir Putin.

La economía de guerra como motor de Rusia

Uno de los principales argumentos que sustentan la prolongación de la guerra es la dependencia de la economía rusa de la industria de defensa. En los últimos tres años, el país ha experimentado un crecimiento económico impulsado casi exclusivamente por el gasto militar. Según el profesor Jan Garner, del Instituto Pilecki de Polonia, recortar el gasto en producción armamentística “podría asestar un duro golpe” a la economía rusa, que actualmente funciona en gran medida como una economía de guerra.

El economista alemán Janis Kluge respalda esta idea al afirmar que, incluso si la guerra terminara, el Kremlin se vería obligado a mantener un alto nivel de gasto militar para evitar un colapso económico. Esto sugiere que Rusia necesita un conflicto activo o una preparación constante para una nueva guerra para sostener su modelo económico actual.

La guerra como herramienta política

Más allá de la economía, la continuidad del conflicto también responde a razones políticas y sociales. En estos tres años, la agresión contra Ucrania se ha convertido en un pilar de cohesión social para sectores clave de la población rusa. La guerra ha permitido mantener el control sobre la opinión pública y ha justificado medidas represivas dentro del país. Además, el flujo de recursos a ciertas regiones que se han beneficiado de la industria bélica ha generado una dependencia difícil de revertir.

Garner argumenta que el fin de la guerra podría generar un descontento social considerable, ya que muchas regiones y grupos de poder han visto fortalecida su posición económica gracias a la continuación del conflicto. En este sentido, Putin y su círculo cercano pueden percibir que seguir en guerra, con grandes desembolsos para las provincias, es una estrategia más segura que enfrentar una crisis interna.

El Kremlin y la paz: una ecuación imposible

A nivel diplomático, el Kremlin sigue evitando cualquier solución que implique un verdadero alto el fuego. Recientemente, Estados Unidos propuso un cese de hostilidades de 30 días, una iniciativa que Ucrania respaldó. Sin embargo, el gobierno de Putin respondió con condiciones que hicieron inviables las negociaciones. Analistas del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) consideran que el Kremlin busca prolongar cualquier intento de diálogo para ganar tiempo, rearmarse y mejorar su posición en el conflicto.

De acuerdo con Garner, Putin solo aceptaría poner fin a la guerra si la situación económica de Rusia se deteriora al punto de convertirse en una amenaza mayor que el conflicto mismo o si Ucrania logra avances decisivos en el frente. Hasta entonces, la guerra seguirá siendo la opción preferida del Kremlin, no solo por razones estratégicas, sino porque su sistema de poder y su modelo económico dependen de ella.