un desafío urgente para 2030
En América Latina, el panorama laboral de los jóvenes se encuentra en una transformación acelerada. Según un reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y Ayuda en Acción, para el año 2030, el 70% de los jóvenes trabajará en el sector servicios, dejando atrás al sector agrícola y manufacturero. Esta tendencia plantea preocupaciones sobre la precariedad laboral, el éxodo rural y el impacto en el equilibrio económico de la región.
Un cambio estructural: del campo a las ciudades
El informe señala que más de 1,2 millones de jóvenes abandonarán el sector agrícola, mientras que cerca de 640.000 dejarán la manufactura para incorporarse al sector servicios. Aunque este cambio puede ofrecer mayores oportunidades laborales a corto plazo, está acompañado de desafíos profundos. La falta de políticas públicas adecuadas podría llevar a un incremento en la informalidad laboral y al hacinamiento en las ciudades, donde los servicios básicos a menudo ya están saturados.
Cifras alarmantes
Las cifras actuales son alarmantes: mientras que en 2001 el 16% de los jóvenes trabajaba en la agricultura, esa cifra ha caído a menos del 10% y se proyecta que será de apenas 8,2% en los próximos años. Este desplazamiento no es casual; los efectos del cambio climático, como huracanes y la subida del nivel del mar, están empujando a las comunidades rurales hacia las urbes en busca de oportunidades.
¿Un sector servicios prometedor o precario?
El crecimiento del sector servicios no necesariamente significa empleos de calidad. Muchas de estas ocupaciones se caracterizan por la temporalidad y la falta de garantías sociales. Andrés Espejo, de la Cepal, subraya que el problema radica en la ausencia de políticas públicas que promuevan la formalidad y la estabilidad. “El turismo, por ejemplo, tiene un gran potencial, pero la precariedad surge en los empleos informales, como la venta ambulante”, explica.
Jovenes rurales , 75% son informales
La situación es particularmente preocupante para los jóvenes rurales, donde el 75% de los empleos son informales. Además, uno de cada cuatro jóvenes en la región ni estudia ni trabaja, un indicador claro de la exclusión laboral y educativa.
Implicancias para Argentina
Para Argentina, este fenómeno tiene implicancias tanto locales como regionales. El país, con una vasta tradición agropecuaria, enfrenta desafíos similares. El éxodo rural no solo amenaza la sostenibilidad de las comunidades rurales, sino que también pone en riesgo la soberanía alimentaria. Además, el crecimiento de empleos en el sector servicios podría reflejarse en un aumento de la informalidad y la desigualdad, especialmente entre los jóvenes.
El papel de las políticas públicas
El informe destaca la necesidad de una respuesta integral por parte de los Gobiernos. Entre las recomendaciones están la formalización del empleo juvenil, el desarrollo de sectores sostenibles como las energías renovables, la reducción de brechas de género, y la inversión en educación y formación. También es crucial garantizar servicios básicos en las zonas rurales, como transporte y salud, para hacerlas más atractivas y evitar la migración hacia las ciudades.
Invertir en la juventud
La inclusión de los jóvenes en la toma de decisiones es otro aspecto clave. Como señala el informe, invertir en la juventud no solo es una cuestión de justicia social, sino una estrategia inteligente para el desarrollo futuro de la región.
Invertir en los jovenes pilar para un futuro sostenible y equitativo
El desplazamiento de los jóvenes hacia el sector servicios en América Latina es un síntoma de cambios estructurales más amplios, que Argentina y sus vecinos deben abordar con urgencia. Las políticas públicas tienen el reto de equilibrar el desarrollo económico con la inclusión social, para evitar que la precariedad laboral y la desigualdad sigan marcando el destino de las nuevas generaciones. En última instancia, la inversión en los jóvenes será el pilar para un futuro más sostenible y equitativo.