Perspectiva Internacional

Corea del Norte reabre sus puertas al turismo

 ¿Un cambio de estrategia o un espejismo?

Cinco años después de cerrar herméticamente sus fronteras, Corea del Norte ha dado un paso inesperado: la reapertura limitada al turismo internacional. En un movimiento que podría responder tanto a necesidades económicas como a una estrategia de proyección externa, el régimen de Kim Jong-un ha permitido la entrada de visitantes extranjeros, aunque con fuertes restricciones y en un ámbito controlado.

Un acceso restringido y simbólico

Por ahora, el turismo solo está permitido en la ciudad de Rason, una zona económica especial cercana a las fronteras con China y Rusia. Esta medida sigue la lógica del acercamiento político y económico entre Pionyang y Moscú, ya que los turistas rusos han tenido acceso al país desde principios de 2024. Para los visitantes occidentales, esta es la primera oportunidad de entrada en un lustro, aunque bajo estricta vigilancia y con un itinerario cuidadosamente diseñado por las autoridades norcoreanas.

Una vida similar a la de los ochenta

Rowan Beard, un empresario australiano especializado en viajes a Corea del Norte, fue parte de la primera delegación en ingresar. Beard relató su experiencia como un regreso a “una vida similar a la de los años ochenta”, con acceso limitado a internet y un estricto control estatal sobre las interacciones con los locales. Sus publicaciones en redes sociales muestran un país detenido en el tiempo, donde la propaganda sigue marcando el ritmo de la vida cotidiana.

La motivación económica tras la reapertura

Antes del cierre pandémico, Corea del Norte recibía alrededor de 300.000 turistas anuales, en su mayoría chinos, generando ingresos estimados en 150 millones de dólares. El cierre de las fronteras y las sanciones internacionales han agravado la crisis económica del régimen, lo que podría explicar el intento de reactivar el turismo como una fuente de divisas.

Accesos restringidos

Sin embargo, la reapertura parcial no significa un cambio sustancial en la política norcoreana. El control sobre la información y la narrativa sigue siendo absoluto. Los turistas tienen acceso a un número limitado de lugares, con guías oficiales que supervisan cada conversación y movimiento. La percepción del exterior que reciben los norcoreanos sigue filtrada a través del prisma del régimen.

Un cambio simbólico en la estrategia política

Uno de los aspectos más llamativos de esta nueva etapa es el cambio en la narrativa del régimen respecto a Corea del Sur. Según observadores, las referencias a la “reunificación” han desaparecido del discurso oficial, en línea con la decisión de Kim Jong-un en 2024 de renunciar a una unificación pacífica con Seúl. Este giro marca una ruptura con el relato histórico que Pionyang ha mantenido durante décadas y podría anticipar una política más agresiva hacia su vecino del sur.

¿Turismo o herramienta de propaganda?

La reapertura del turismo en Corea del Norte es un movimiento que combina necesidad económica y estrategia política. Aunque el régimen podría beneficiarse de la llegada de turistas extranjeros, no hay indicios de una apertura real. La experiencia de los visitantes sigue cuidadosamente orquestada, con un acceso restringido a la realidad del país.

Mayor apertura o espejismo?

En un contexto de creciente tensión geopolítica y aislamiento internacional, esta reapertura limitada podría ser un intento de mostrar una imagen de normalidad sin comprometer el control del régimen sobre la información y la sociedad. La gran pregunta sigue siendo si este es un primer paso hacia una mayor apertura o simplemente un espejismo destinado a reforzar la narrativa oficial del régimen ante el mundo.