El reciente ataque huti en el Golfo de Adén con misiles a un barco es atribuido a los rebeldes hutíes de Yemen, subraya la creciente inestabilidad en una de las rutas marítimas más importantes del mundo. Este incidente, en el que un buque mercante se incendió tras ser alcanzado, resalta no solo la fragilidad de la seguridad marítima en la región, sino también la compleja dinámica política y militar en juego.
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Los hutíes, un grupo rebelde que ha mantenido el control de la capital de Yemen durante casi una década, no han reconocido de inmediato su responsabilidad en el ataque. Sin embargo, su historial de agresiones similares y su retórica militante sugieren su implicación. Este grupo ha justificado sus ataques recientes como una medida para detener la guerra en Gaza y apoyar a los palestinos. No obstante, el patrón de sus ataques revela un objetivo más cínico y menos idealista: desestabilizar el comercio internacional y ejercer presión sobre sus enemigos regionales e internacionales.
perfil de objetivo hutí
El buque atacado estaba en ruta desde Malasia hacia Venecia, Italia, y cumplía con el “perfil de objetivo hutí”, según la firma de seguridad privada Ambrey. Este hecho subraya la estrategia deliberada de los hutíes de interrumpir el comercio global, atacando barcos mercantes que, aunque no estén directamente relacionados con el conflicto en Gaza, pertenecen a naciones que los rebeldes consideran hostiles.
El segundo ataque reportado cerca de la ciudad portuaria de Hodeida, aunque no dañó ningún barco, amplifica la sensación de inseguridad en la región. La capacidad de los hutíes para llevar a cabo estos ataques demuestra tanto su persistencia como la ineficacia de las medidas de seguridad actuales para proteger el tráfico marítimo.
El Golfo de Adén y el Mar Rojo son corredores vitales para el comercio global, conectando Europa con Asia y África. La continua inestabilidad en estas aguas no solo amenaza la economía global sino que también refleja la falta de una resolución efectiva al conflicto yemení. La coalición liderada por Arabia Saudí, que ha estado luchando contra los hutíes, no ha logrado sofocar la insurgencia ni estabilizar el país. En cambio, la guerra ha entrado en una fase de desgaste prolongado, con graves consecuencias para la población civil y la seguridad regional.
La comunidad internacional debe prestar más atención a la crisis en Yemen y al peligro que representa para la seguridad marítima global. Los ataques hutíes no pueden ser vistos simplemente como incidentes aislados, sino como parte de una estrategia más amplia para alterar el equilibrio de poder en la región. Es imperativo que se intensifiquen los esfuerzos diplomáticos para poner fin a este conflicto y que se refuercen las medidas de seguridad en las rutas marítimas clave.