el peligro de los golpes modernos en Brasil
El intento de Jair Bolsonaro por mantenerse en el poder tras ser derrotado por Luiz Inácio Lula da Silva en 2022 expone los nuevos métodos de asalto al orden democrático en el siglo XXI. A diferencia de los tradicionales golpes militares con tanques en las calles, la estrategia del expresidente brasileño buscó disfrazarse bajo un manto de aparente legalidad, en lo que podría calificarse como un “golpe moderno”.
Un esquema bien orquestado
Según la Policía Federal de Brasil, el plan golpista de Bolsonaro involucró seis comandos especializados, con tareas que iban desde la desinformación hasta el diseño de decretos para anular las elecciones. Este esquema, sustentado en una interpretación espuria de la Constitución, tenía un objetivo claro: impedir que Lula asumiera la presidencia.
Los comandos
El “Comando de Oficiales”, integrado por altos mandos militares, debía avalar las acciones, mientras que el “Comando Jurídico” elaboraba los argumentos legales. La maquinaria de propaganda, dirigida por el “Comando de Desinformación”, difundía dudas sobre la seguridad de las urnas electrónicas, alentando a los seguidores de Bolsonaro a acampar frente a cuarteles para exigir una intervención militar.
Otros comandos, como el de “Espionaje”, vigilaban al presidente electo y a jueces clave, con la intención de detenerlos en el momento oportuno. Entretanto, el “Comando de Apoyo Logístico” mantenía operativos los campamentos de los golpistas, que sirvieron como base para la invasión a las sedes de los poderes del Estado el 8 de enero de 2023.
El rol de Bolsonaro y sus consecuencias
Aunque Bolsonaro nunca firmó el decreto golpista, los testimonios y pruebas lo colocan como el cerebro de la conspiración. Él mismo admitió haberse refugiado en la embajada de Hungría temiendo ser detenido, aunque insiste en su inocencia. Actualmente, está inhabilitado políticamente hasta 2030 y enfrenta múltiples cargos que van desde golpismo hasta corrupción.
Porque fracaso la trama
El fracaso de la trama se atribuye a la negativa de altos mandos militares de apoyar el plan, una decisión que evitó un daño mayor al sistema democrático brasileño. No obstante, más de 200 civiles han sido condenados por su participación en los eventos, y otros permanecen prófugos.
Implicancias regionales
El caso Bolsonaro es un recordatorio para América Latina de los riesgos que enfrentan las democracias en la era de la posverdad y la polarización. La manipulación de la información y el uso de estructuras legales para justificar acciones antidemocráticas representan un desafío creciente en la región.
Brasil a superado la amenaza
Brasil, bajo el liderazgo de Lula, parece haber superado esta amenaza, pero los ecos del intento golpista resuenan como una advertencia. La construcción de democracias fuertes y resilientes no solo requiere instituciones sólidas, sino también ciudadanos vigilantes ante los peligros de líderes que buscan perpetuarse en el poder a cualquier costo.
Caso de estudio
En un continente históricamente marcado por interrupciones democráticas, el golpe frustrado de Bolsonaro se erige como un caso de estudio sobre cómo las democracias pueden defenderse en tiempos de incertidumbre.