El drama de los presos políticos en Nicaragua bajo el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha alcanzado niveles alarmantes de crueldad y desatención, generando una angustia profunda entre sus familiares y allegados. Actualmente, 141 personas se encuentran detenidas por razones políticas, sufriendo no solo la privación de su libertad, sino también un trato inhumano y negligente en las cárceles del país.
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La tragedia de Marcos Antonio Sánchez Hidalgo
Uno de los casos más conmovedores es el de Marcos Antonio Sánchez Hidalgo, quien en menos de quince días sufrió dos derrames cerebrales en la prisión de La Modelo. Las secuelas son devastadoras: apenas puede caminar y su mano derecha está paralizada. Sus compañeros de celda se han convertido en sus cuidadores, exigiendo en vano la atención médica que Sánchez necesita urgentemente. La falta de respuesta de las autoridades penitenciarias agrava la situación, poniendo en peligro la vida de este hombre de 48 años.
Un sistema penitenciario sin compasión
El Grupo de Secuestrados Políticos Unidos ha denunciado enérgicamente la situación a través de comunicados, exigiendo la intervención médica especializada para Sánchez y otros reos en condiciones críticas. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha otorgado medidas cautelares a nueve presos políticos, reconociendo la gravedad y urgencia de su situación. Sin embargo, el régimen nicaragüense ha ignorado estas demandas, perpetuando un entorno de violencia, insalubridad y tortura psicológica dentro de las prisiones.
Casos desgarradores y el clamor de los familiares
La situación de otros presos políticos es igualmente preocupante. Marvin Vargas, diagnosticado con cáncer de próstata, no recibe el tratamiento adecuado, y su salud se deteriora rápidamente. Walter Balmaceda sufre una condición médica grave sin la atención necesaria, y Ricardo Cortez Dávila ha quedado ciego después de años en aislamiento. Estos casos son solo una muestra del sufrimiento que enfrentan los detenidos.
Los familiares de los presos políticos han alzado su voz en un desesperado llamado de atención, denunciando que sus seres queridos están muriendo en prisión mientras el mundo parece ignorar su sufrimiento. Desde la liberación y destierro del obispo Rolando Álvarez y otros religiosos en enero pasado, las campañas por la liberación de los presos políticos han disminuido, dejando a muchos en el olvido.
La continua represión y el efecto puerta giratoria
A pesar de la liberación de algunos presos con alta exposición mediática, el régimen de Ortega ha continuado con detenciones arbitrarias, sumando 140 nuevos presos políticos hasta la fecha. Estos nuevos detenidos, en su mayoría anónimos, no han recibido la misma atención pública y mediática, lo que ha debilitado las campañas por su liberación.
Un llamado urgente a la comunidad internacional
Los familiares de los presos políticos claman por la solidaridad y el apoyo de la comunidad internacional. La Unidad de Defensa Jurídica (UDJ) ha documentado un incremento en las prácticas represivas, incluyendo la desaparición forzada, la insalubridad en las celdas y las torturas psicológicas. Los familiares denuncian también extorsiones por parte de las autoridades, que prometen liberar a los detenidos a cambio de grandes sumas de dinero.
Es crucial que la comunidad internacional no permanezca indiferente ante esta crisis humanitaria. Las voces de los presos políticos y sus familias deben ser escuchadas y sus derechos, protegidos. El olvido y la indiferencia no pueden ser una opción ante la desesperación y el sufrimiento de quienes luchan por la libertad y la justicia en Nicaragua.